Estos conjuntos de razas, clasificados en grupos muy dispares, presentan dos analogφas fundamentales: Son animales de caza. Los galgos, en parejas o aislados, utilizan su perfecta anatomφa de corredores para atrapar liebres y otras piezas peque±as, con el ·nico auxilio de su velocidad e inteligencia, para cortar los quiebros de la presa. Los sabuesos, en grupos numerosos, acosan la caza mayor y persiguen a su presa sin tregua, a travΘs de terrenos desiguales y durante varias horas hasta acorralar y fijar la pieza.
La otra componente similar, es el carßcter deportivo de estos bellos animales, cada vez menos utilizados en sus trabajos naturales, debido al sacrificio econ≤mico que representa criar y entrenar una buena collera de galgos o mantener y adiestrar una magnφfica rehala de sabuesos de caza mayor.
Son perros que necesitan trabajar y ser entrenados en grupos, y que exigen atenciones y gastos que, hoy en dφa, muy pocas personas pueden permitirse. Afortunadamente, algu nas sociedades de cazadores, han establecido una especie de cooperativas de batidores y rehaleros, que mantienen algunas jaurφas, que comienzan a preocuparse de la pureza de la raza de los perros tanto como del trabajo que realizan.
LOS GALGOS EN EL DEPORTE. CAZADORES EN CAMPO
De todas las razas de galgos oficialmente reconocidas por al Federaci≤n Cinol≤gica Internacional, ·nicamente el Greyhound y el Galgo espa±ol, se utilizan con profusi≤n en las carreras en campo, persiguiendo liebres vivas o bien, en los can≤dromos de todo el mundo, tras la liebre mecßnica o elΘctrica.
En Estados Unidos, se organizan de forma minoritaria, carreras de Afganos, por el puro y maravilloso espectßculo de ver al velocista de los flecos, cortar el viento en rßpido ga lope, mientras su espectacular librea se ondula y mece a contraviento. No obstante, hemos de reiterar que, las competiciones de lebreles en trabajo puro, es decir, en campo o como sofisticados se±uelos de una ganancia fßcil, estrellas de can≤dromo, cuidados y mimados como famosos atletas, s≤lo giran alrededor de dos razas de galgos: espa±ol e inglΘs.
Es de justicia reconocer el origen com·n de las dos razas y la posible existencia de aportes de sangre en una u otra direcci≤n.
Existe, a·n no reconocida por la FCI, una raza denominada Anglo-espa±ol que, es fruto de cruzamientos seleccionados de galgo espa±ol con Greyhound, y que han proporcionado extraordinarios perros de trabajo en las competiciones galgueras.
El galgo espa±ol, apreciado, cuidado y casi mimado en el centro y sur de Espa±a, no estß demasiado difundido en los can≤dromos de otras partes del mundo que, exhiben preferentemente, ejemplares de su hom≤nimo inglΘs.
La belleza de las carreras de galgos en campo, conjuga plasticidad, emoci≤n y deporte, ya que el seguimiento a caballo de la collera tras la liebre, supone un magnφfico ejercicio de dominio hφpico. En este deporte, se a·nan los dos animales mßs nobles; para el ser humano, el perro y el caballo.
La tradici≤n de estas carreras se remonta, al parecer, a los tiempos del imperio romano, en el siglo II de nuestra Era. Se adjudica a Flavio Arriano, la confecci≤n y divulgaci≤n de un rudimentario reglamento, muy parecido al procedimiento que a·n se utiliza hoy en algunas competiciones espa±olas: un hombre o dos a caballo, que acompa±aban la carrera de la liebre y los perros, mientras que el resto, formaba un frente que iba batiendo el terreno hasta levantar la peluda de la cama. Al llegar al final de la extensi≤n prevista, el frente de batidores sigue otro pasillo similar al recorrido, pero en direcci≤n contraria. Cada hombre, debe respetar su puesto en la lφnea, y si lleva perros, s≤lo debe soltarlos cuando indique el mayoral de la partida, y en el momento que esta persona se±ale, para dar a la liebre una oportunidad de ofrecer un bonito espectßculo y de escapar de sus perseguidores.
TambiΘn se indica en este reglamento primitivo, la conveniencia de no gritar ni vocear durante el transcurso del lance, asφ como el n·mero de galgos que, debφan participar en cada levantada, aconsejando no utilizar mßs de dos perros para evitar que los animales se estorben durante la competici≤n y permitir que la liebre tenga oportunidad de burlar a sus perseguidores.
Es justo se±alar que, la finalidad hoy dφa, de este deporte, no es la caza y muerte de la pieza acosada, sino mßs bien, el placer de ver correr los galgos, acompa±ßndolos a caballo por el campo y emocionarse con las incidencias de la persecuci≤n, quiebros, recortes, subida de repechos y cuestas, etc.
Este deporte, es cada dφa mßs raro y s≤lo en determinados paφses subsiste como tal, estando prohibido en otros muchos y siendo prohibitivo en casi todos.
Jueces, batidores, galgueros, caballos y perros, exigen un desembolso econ≤mico importante, y por otro lado, las zonas naturales donde podrφan practicarse estas carreras, resultan cada vez mßs escasas y distantes de las grandes ciudades.
Las ·ltimas reglamentaciones vigentes, no necesariamente adjudicaban la victoria de la carrera al galgo que alcanzaba y daba muerte a la liebre, sino que existφa un baremo de puntuaci≤n asφ como diferentes penalizaciones. Los jueces de la carrera, eran inapelables y en determinadas ocasiones, su conocimiento del reglamento, establecφa fallos, que no eran comprendidos por los espectadores poco avezados, pero la polΘmica y la discusi≤n civilizada tambiΘn forman parte del ambiente galguero.
LAS CARRERAS EN RECINTOS ESPECIALES - LOS CANODROMOS
La belleza plßstica y la emoci≤n que suscitaban las competiciones de galgos en campo, hicieron pensar a algunos aficionados, en extender y popularizar este deporte. Era necesario el mayor n·mero posible de p·blico interesado y al mismo tiempo poder ofrecer un buen espectßculo, cosa no siempre factible en plena naturaleza. Parece ser que, fue a finales del siglo XVIII y con toda seguridad durante el XIX, que se cercaron extensiones mßs o menos despejadas con gateras o espacios huecos por donde pudieran escapar las liebres que encontraran estas puertas de salvaci≤n. Las piezas que se mantenφan unos dφas en la superficie cercada, con objeto de que pudieran habituarse al terreno, eran animales de las proximidades, a los que se obligaba a introducirse en el recinto preparado, abriendo un gran port≤n, y siendo batidos hacia el mismo. Posteriormente, se procedφa como en las carreras en pleno campo. Este tipo de reuniones permitφa la celebraci≤n de jornadas muy apretadas en las cuales, los intercambios de apuestas hacφan subir la temperatura pasional hasta lφmites insospechados.
El origen de las carreras de galgos se pierde en los tiempos de la hegemonφa griega, en el Mediterrßneo, y transmitida al imperio romano, se extiende con Θste, pasando a las Islas Britßnicas, en donde toma su mßs perfecta y rφgida normativa; hacia finales del siglo XVI, gracias al duque de Norfolk, posteriormente, se va puliendo hasta aparecer a finales del pasado siglo los reglamentos y clubs para la observancia de los mismos.
Estas tentativas de popularizaci≤n del deporte de carreras de lebreles, posibilita a travΘs de m·ltiples intentos, el paso del campo a la pista. En Inglaterra, a mediados del pasado siglo, se intentan carreras en pista recta, utilizando, como se±uelo, una liebre disecada, montada sobre un patφn, que era arrastrado por un cordel enganchado a un torno. Al principio, este sucedßneo de las carreras en campo, no tuvo ning·n Θxito; los aficionados echaban de menos las gui±adas de la peluda y los lances de los perros en los zig zag y revueltas, ademßs de resultar la carrera en pista una prueba de velocidad pura. Otro factor que fue, al parecer, decisivo en el fracaso de este primer intento, era la agresividad de los perros que, frecuentemente se enzarzaban en peleas, desluciendo el objeto de la carrera. Se arbitr≤ la f≤rmula por parejas y rßpidamente, cayeron en el olvido. No fue hasta despuΘs de 1919 que comienza la autΘntica expansi≤n de las pistas ovaladas de liebre artificial, mecßnica o elΘctrica, y el boom de los can≤dromos. En 1928, se funda el National Greyhound Racing de Inglaterra, que establece las normas a seguir en los principales recintos y comienza a matricular los perros mßs aptos para las carreras que, previamente, debφan poseer el correspondiente pedigree, acreditativo de su inscripci≤n en el Libro de Orφgenes. En cada can≤dromo, existφan manager oficiales que se encargaban de la puesta a punto de los perros, por encargo de sus propietarios. Las distancias en pista, al igual que anta±o, varφan de 200 a 700 metros, siendo las mßs populares, las que oscilan entre 400 y 500 metros.
Normalmente, los participantes son exhibidos por los cuidadores antes de la carrera, vestidos con unas mantas de raso, de diferentes colores, y mostrando visiblemente el n·mero con el que compiten. Esta ceremonia protocolaria, parece tener en los perros una importancia bßsica, ya que prepara o condiciona psφquicamente al galgo para el esfuerzo que habrß de realizar a los pocos minutos. Los perros, se encajonan en los boxes o jaulas de salida, que son abiertos a la vez mediante un mecanismo sincronizado, cuando el se±uelo se encuentra a la distancia reglamentaria. Los perros van provistos obligatoriamente de bozales especiales, descalificßndose a los que, a pesar de todo, originan peleas o producen caφdas del resto de los corredores.
CARACTERISTICAS GENERALES DE LOS GALGOS
Tanto el Greyhound como el Galgo espa±ol, han sido minuciosamente descritos con sus estßndares respectivos, sin embargo, debe destacarse las peculiaridades especiales de estos lebreles como sujetos de competici≤n.
Son, en general, perros grandes, poderosos, de pecho plano, pero muy profundo y de amplio desarrollo permitiendo una excelente oxigenaci≤n de la sangre, cuando somete el organismo a esfuerzos mßximos. La lφnea dorsal, es como un arco tensado, con una musculatura impresionante en hombros, grupa y ri±ones. Las costillas, que se marcan mucho en los ejemplares a punto, estßn enmarcadas por unas masas musculares que parecen un estudio anat≤mico viviente, una escultura en movimiento rßpido, una instantßnea del galope, que representa el galgo en acci≤n.
El cuello, tiene particular importancia en esta mßquina de correr, ya que su longitud, flexibilidad y fortaleza, van a influir de forma decisiva en el equilibrio de las masas musculares, lanzadas a la carrera. A la vez contrapeso e impulsor, el cuello largo y elegante es la guinda al soberbio pastel de un buen galgo.
La capa del galgo juega, en el aficionado, un papel importantφsimo en cuanto a las preferencias. Los colores mßs apetecidos son el canelo, de color cafΘ con leche; el barcino o atigrado, en claro o en ca±a, y el mosqueado, con manchitas peque±as y elφpticas sobre una capa clara. La policromφa y distribuci≤n de manchas, origina, ademßs, una serie de denominaciones especφficas: calzado, cuatralbo, botinero, etc.
Las manos y pies deben estar perfectamente constituidos y ser fuertes y elßsticos. Los dedos, bien juntos y apretados, han de examinarse para asegurar el correcto movimiento y desarrollo muscular de cada uno. El desgaste de las u±as, nos ofrece el distintivo mßs claro de los defectos en el galope del perro. Un galgo, te≤ricamente perfecto, ofrece las u±as desgastadas por igual, sin estrφas ni roturas y sin presentar roces laterales, mßs frecuentes en las u±as de los dedos correspondientes a las patas traseras. Las almohadillas plantares deben estar bien encallecidas, duras y sin grietas.
Por ·ltimo, los m·sculos torßcicos, asφ como los de las patas, han de repartirse en masas compactas y elßsticas.
EL CARACTER
En el apartado dedicado al adiestramiento del galgo de competici≤n, trataremos este capφtulo desde el punto de vista del binomio preparador - perro, sin embargo, debe partirse de un estßndar tambiΘn en lo relativo al carßcter.
Los galgos son perros altivos, seguros de sφ mismos, muy agresivos y, no obstante, cari±osos con sus amos. Desde que tienen tres o cuatro semanas de edad, deben apuntarse cuidadosamente las reacciones de cada ejemplar, su comportamiento en los juegos con sus hermanos, sus iniciativas, etc.
El animal nervioso, hura±o o muy agresivo, debe descartarse para competici≤n y, desde luego, como reproductor, pero tambiΘn el demasiado zalamero o ab·lico. La ferocidad es innata en este cazador impenitente, pero debe ser controlada y nunca gratuita, pues una caracterφstica como Θsta no se corrige con el aumento de la edad, sino que normalmente, se acent·a, originando problemas de toda φndole.
El equilibrio en el carßcter es un factor fundamental muy observado y apreciado por los cuidadores que, sin embargo, son sumamente reacios a desvelar sus peque±os secretos.
Uno de los test que suelen realizarse con los galgos, a·n cachorros, es el arrastre de una piel de liebre, atada con una cuerda. La camada, debe seguir la falsa pieza intentando morderla, sin desviarse de su objetivo, ni entretenerse mordiendo o saltando sobre sus hermanos.
La observaci≤n de las reacciones que este entrenamiento previo provoca en los j≤venes galgos, en repetidas ocasiones, selecciona de partida un importante n·mero de ejemplares.
El comportamiento del galgo de carreras, se condiciona excitando al animal antes de hacerle competir; de esta forma, se regula la secreci≤n de hormonas que van a permitir a los m·sculos, rendir un esfuerzo mucho mßs fuerte de lo normal. Los entrenamientos fφsicos, largos paseos y carreras moderadas, irßn, asimismo, configurando un carßcter especial de atleta y estrella en el lebrel destinado a la competici≤n deportiva.
Ya hemos mencionado el cari±o, a veces casi morboso, que el galgo profesa por su due±o y el recelo con .que recibe o tolera a los extra±os. La tan pregonada y cierta ferocidad del galgo con los animales domΘsticos: aves de corral, ratas, gatos e incluso otros perros, aunque sean cachorros, debe optarse como una caracterφstica de la raza que, ademßs, ha sido exaltada a travΘs de la selecci≤n y crianza de estos perros, buscando una mayor velocidad y coraje en la competici≤n.
CRIA DE GALGOS DE CARRERAS
La selecci≤n a que han sido sometidos estos lebreles y los criterios de los diferentes propietarios y cuidadores, han hecho que prßcticamente se crucen las mejores hembras con los campeones mßs relevantes. En este tipo de actividad, los colores de la capa, aunque muy atractivos para los apostadores no demasiado expertos, tienen poca o nula importancia a la hora de planificar el cruzamiento. Se estudian las lφneas de sangre de la hembra y los posibles machos, que pudieran ser barajados para elegir el semental. Se anotan las victorias de padres y abuelos por las dos lφneas, computßndose totales y evaluando la importancia cuantitativa y cualitativa de las mismas.
Las hembras deben cruzarse a partir del tercer celo, y la primera vez s≤lo debe permitirse dos montas por parte del macho, para evitar un n·mero elevado de cachorros. Durante la pre±ez, la hembra debe permanecer aislada de sus compa±eros de perrera, dando largos paseos durante los treinta primeros dφas de embarazo. La alimentaci≤n en el ·ltimo tercio de gestaci≤n, debe irse enriqueciendo con vitaminas, calcio y f≤sforo, aumentando la dosis de verduras y huevos.
El parto sobreviene, aproximadamente, a los dos meses del apareamiento (entre cincuenta y seis y sesenta dφas), y puede intuirse observando a la galga con las mamas hinchadas, inquieta pero tumbada durante muchas horas. Cuando el acontecimiento estΘ pr≤ximo, debe procurßrsele al animal, un recinto abrigado y seco, que pueda limpiarse fßcilmente, para que alumbre la camada. Salvo en casos autΘnticamente excepcionales, las hembras de galgo, son capaces de atender al nacimiento y evitado de sus crφas. La madre, reciΘn parida, suele tornarse muy agresiva, impidiendo incluso a su amo que se acerque a los perritos. Debe respetarse este comportamiento y no intentar coger o molestar a los cachorros hasta que la perra vaya permitiendo que nos acerquemos.
La dieta para la madre reciΘn parida, ha de enriquecerse notablemente y es conveniente ofrecer a la hembra en este estado, dos o tres comidas diarias, mejor que una sola muy copiosa. Vitaminas, sales minerales, han de aportarse en su justa medida, para evitar a la madre y a los cachorros posteriores carencias o enfermedades carenciales.
El normal desarrollo de los cachorros durante la lactancia debe vigilarse ayudando a la madre con papillas de cereales, como si de ni±os peque±itos se tratase. Es frecuente que algunos cachorros sufran diarreas pertinaces, debidas a la ingesti≤n de leche de vaca; en este caso, se procederß a sustituir Θsta por leche descremada en polvo e incluso a suprimirla si continuara la sintomatologφa, ayudando a la madre e iniciando la dieta blanda de los cachorros con caldos de arroz muy claritos, carne finamente picada (caballo o vacuno) y pasada ligeramente por la sartΘn que, junto con verduras y huevos, serßn la base de la dieta de destete y, posteriormente, de adultos.
Los peque±os galgos, deben crecer juntos hasta los tres o cuatro meses para que el cuidador o propietario, pueda estudiar las reacciones en el juego, la comida, etc., del cachorro en relaci≤n con sus hermanos. Esta fase es de crucial importancia para el posterior desarrollo psicol≤gico del animal y nunca debe forzarse el ejercicio ni el aporte exagerado de calcio y vitaminas. Un exceso de calcio en estas edades puede provocar trastornos gßstricos y renales, asφ como una osificaci≤n prematura de esqueleto, impidiendo el correcto desarrollo del animal.
Muchos criadores administran, a partir del quinto mes de vida, inyecciones de calcio en vena, de forma sistemßtica. A nuestro juicio, esta prßctica es poco adecuada y s≤lo debe aplicarse en los casos que sea estrictamente necesario.
Cuando los cachorritos alcanzan el quinto mes de vida, debe comenzar a proporcionßrseles la posibilidad de espacios abiertos, para que jueguen y corran a su albedrφo sin forzar este tipo de ejercicios.
EL ENTRENAMIENTO DEL CORREDOR ALIMENTACION Y CUIDADOS
A partir de los seis meses de edad la dieta de los j≤venes galgos, debe comenzar a restringir las fΘculas e hidratos de carbono, intensificando las proteφnas y equilibrando cuidadosamente las grasas. Los huevos deben comenzar a formar parte de la dieta; al principio, un huevo cada dos dφas por ejemplar, para, al cabo de treinta o cuarenta dφas, incluir un huevo diario. Las raciones deben suministrarse por separado a cada galgo, pues si no el dominante serφa el que comerφa hasta saciarse, no permitiendo a sus hermanos alcanzar la raci≤n mφnima y dejando a los mßs dΘbiles, prßcticamente en ayunas. Al llegar a los ocho meses, los paseos por el campo sin forzar nunca la marcha, serßn el comienzo de los ejercicios que deben presidir la dieta de estos atletas. A partir del a±o, puede comenzar el entrenamiento suave, con objeto de que las patas vayan habitußndose al ejercicio y las almohadillas plantares adquieran su textura ≤ptima.
Cuando los animales alcanzan el a±o y medio, estßn listos para comenzar de forma seria los ejercicios conducentes a convertirlos en campeones. La autoridad del cuidador debe cor tar todo tipo de peleas entre las colleras de entrenamiento y entraillar por grupos los ejemplares que mejores relaciones mantengan para habituar a los lebreles, a los compa±eros de competici≤n.
La alimentaci≤n de los galgos en perφodo de trabajo, es un secreto celosφsimamente guardado por cada preparador, pero a·n respetando las distintas f≤rmulas, desaconsejamos las dietas que permiten una peque±a cantidad de alcohol en forma de cerveza o vino blanco. La carne es bßsica alternando con vφsceras que hayan sido objeto de control veterinario: sesos, hφgado y coraz≤n; y en esta fase, es preferible la carne de vacuno que la equina, mßs fuerte y rica en grasa. Los lφpidos, son reservas energΘticas y su equilibrio en la dieta serß, probablemente, la mßs difφcil tarea del cuidador o prepara dor. Las vitaminas sintΘticas son mßs fßcilmente dosificables para su inclusi≤n en la dieta y no deben olvidarse las verduras que han de formar parte de la raci≤n del galgo sometido a perφodos de trabajo.
El entrenamiento en la carrera debe comenzarse en campos, lejos de la ciudad y de carreteras con trßfico, de suficiente extensi≤n y, cosa muy importante, exentos de t·neles de topos y otros roedores subterrßneos, ya que sus galerφas pueden convertirse en trampas mortales para las patas de los lebreles. Mßs de un galgo prometedor ha quedado apartado de la competici≤n al romperse alg·n hueso de las manos, fundamentalmente, por hundirse en alguna topera.
El campo de entrenamiento ha de contar con una gran extensi≤n llana, pero tambiΘn es conveniente que cuente con zanjas, peraltes y elevaciones de cierto grado para habituar a los corredores a la competici≤n en campo por parejas.
El desarrollo de los lances de entrenamiento, permitirß clasificar los perros para las competiciones en que puedan mostrarse mßs aptos: campo, pista corta, velocidad, pista larga o fondo.
La parte fφsica de cuidados y entrenamiento se conjuga con la psφquica en la que el adiestrador debe poner en juego toda su sabidurφa. Frases cari±osas en tono de alabanza, cuando los perros cumplen los obje tivos brillantemente e incluso el premio de una peque±a golosina: el bomb≤n de adiestramiento, del que particularmente no somos excesivamente partidarios. El castigo nunca debe ser fφsico; una frase dura en tono brusco e incluso un gesto de desprecio harßn comprender al perro su error y, contrariamente, las caricias y halagos le estimularßn a repetir la haza±a que haya realizado. Cuando el joven galgo cumple el a±o y medio de edad, debe comenzar el verdadero entrenamiento, si bien nunca con ejercicios muy duros o demasiado continuados. El entrenamiento tras conejos vivos y la captura y muerte de Θstos, debe ha cerse de forma que el lebrel nunca como nada de la pieza cobrada, estimulando las capturas con premios psicol≤gicos mßs que con comida. Como cualquier otra clase de perros, las golosinas estßn absolutamente prescritas y, salvo los bom bones de entrenamiento, elaborados con sustancias inocuas y enriquecidos con vitaminas, los dulces, bombones y caramelos, son elementos muy perjudiciales para los perros. Los huesos de animales peque±os susceptibles a astillarse, tampoco deberßn administrarse a estos animales pudiendo, sin embargo, ingerir caparazones y cuellos de pollo de precio relativamente ajustado y fßciles de adquirir.
Tras el ejercicio moderado debe someterse al perro de competici≤n a un masaje cuidadoso que elimine la grasa superflua de las masas musculares y, por otra parte, pueda ir moldeando la anatomφa muscular. Este masaje se realiza con guante blando, acabßndolo con la mano desnuda y puede o no acompa±arse con una loci≤n bactericidad especial para canes.
Cuando los lebreles ya han superado durante veinte o veinticinco dφas los ejercicios de calentamiento, puede comenzarse suavemente con las prßcticas de galope.
Es fundamental abrigar con una manta especial al perro tras un galope prolongado y no olvidar el masaje antes de dejarle en la perrera.
EL UTILLAJE ESPECIFICO DEL GALGUERO
Como en cualquier otra actividad deportiva, existen una serie de ·tiles que especφficamente ayudan a la preparaci≤n de los galgos. Las correas, collares, bozales, mantas, vendas y guantes de masaje, son el material bßsico que debe acompa±ar la crφa y manejo de estos perros deportivos.
Deben elegirse las correas de cuero bien curtido y elßstico que puedan engranarse a un pasamanos especial que permita la suelta de la collera. El collar de los galgos es algo tremendamente polΘmico, si bien, el que se utiliza preferentemente es ancho en la parte delantera, disminuyendo hacia la zona situada en la parte dorsocervical del animal. Este tipo de dise±o, aceptado por la mayorφa de los preparadores, no ahoga al perro, ni le produce cortes cuando tira y, seg·n los exper tos, no embaraza al lebrel durante la carrera, aunque seg·n otros, resta velocidad al romper la lφnea aerodinßmica del galgo, ofreciendo resistencia al viento. Los bozales, obliga torios en pista y muy convenientes durante la preparaci≤n fφsica y las salidas al campo, deben permitir que el animal abra la boca impidiΘndole de paso morder al Compa±ero o los animales domΘsticos que encuentren durante los largos paseos de entrenamiento.
Los vendajes, muy utilizados en determinados paφses, como sujeci≤n en manos y pies, s≤lo deben ser colocados por autΘnticos expertos y a nuestro juicio, en contadas ocasiones. Bine es cierto que, preparadores sumamente exigentes, utilizan vendajes de adelgazamiento para redistribuir las masas musculares y eliminar la grasa en determinadas partes del cuerpo. El guante de masaje y la manta, denominada Chaleco por alguno aficionados, deben ser de tejido cßlido que no suelte pelo y fßcilmente lavables.
Toda una serie de aparatos, los mßs de confecci≤n casera, complementan los accesorios del buen galguero: mosquetones de suelta rßpida, dobles correas, collares de paseo y entrenamiento y bozales que, son una exposici≤n permanente del ingenio que el hombre pone al servicio de sus animales favoritos.
Los recipientes para la comida y bebida tambiΘn estßn sujetos a la peculiar predilecci≤n de los preparadores. Algunos alternan la administraci≤n del alimento a nivel del suelo, con su colocaci≤n en tarimas de unos sesenta centφmetros de altura, al objeto de obligar a los m·sculos del cuello del perro para realizar un ejercicio equilibrado durante la comida.
La cama debe situarse sobre un entarimado de madera, tratada con productos antiparasitarios a unos ocho o diez centφmetros del suelo como mφnimo. Sobre ella irß la colchoneta que debe ser fßcilmente lavable, para permitir una higiene absoluta. El ba±o del galgo, es origen de controversias y, aunque puede ser prßctica com·n en climas cßlidos y soleados, debe preferirse una limpieza a base de masaje con guante y lociones bactericidas que compro meten mucho menos la salud del galgo. La perrera ideal, estarß compuesta por una habitaci≤n cubierta y seca que tenga acceso a un peque±o parque exterior. El alojamiento podrß ser individual o por parejas, siempre teniendo en cuenta el carßcter paliar de cada perro. Deben tambiΘn preverse recintos-enfermerφa para animales enfermos, cuyo aislamiento de los otros ejemplares, debe ser muy severo.
CUIDADOS DIARIOS CON EL VETERINARIO
La salud de los lebreles de competici≤n, es una de las mayores preocupaciones de los preparadores. Un galgo fφsicamente sano, puede hacer un papel deplorable en una determi nada carrera por causa de un factor psφquico. De ahφ la importancia de conocer el carßcter de cada perro, tanto individual como colectiva mente. Cuentan de un Greyhound excepcional, ganador de la copa Waterloo que, de cachorro fue agredido por un ejemplar adulto de su especie con capa negra, y en las competiciones en que sus rivales ostentaban ese color de manto, se distraφa de tal manera que, ·nicamente intentaba pelear con los perros asφ vestidos. Este comportamiento conocido por sus adiestradores, le autodescalificaba en tales competiciones. De anßloga forma, en los can≤dromos podemos observar como magnφficos ejemplares, calificados a priori como favoritos, tienen en algunas carreras la manφa de estorbar a otro determinado compa±ero, abstrayΘndose totalmente de su objetivo, alcanzar la meta. Este comportamiento, mßs frecuente de lo que a primera vista podrφa suponerse, forma parte de las llamadas manφas o fobias de estas autΘnticas vedettes caninas. De igual forma, el carßcter peculiar de los galgos, influye en su condici≤n fφsica, de tal manera que un disgusto, puede hacer que un perro no coma durante dos o tres dφas con el consiguiente debilitamiento y caφda de preparaci≤n de cara a un evento importante.
L≤gicamente, antes de una carrera o competici≤n, el Galgo tambiΘn percibe la electrizaci≤n del ambiente, la ansiedad y emoci≤n de sus preparadores y sabe, de alguna forma, que de Θl va a solicitarse un esfuerzo importante, preparßndose para el mismo. Estos preludios a la competici≤n revisten tambiΘn gran importancia, y algunos expertos ofrecen a los campeones un ligero almuerzo, un par de horas antes de la carrera. Esta comida, es muy ligera y al tiempo, muy rica en proteφnas y suele consistir en huevos o claras de huevos batidas.
Al masaje con el guante gris, pueden acompa±arse fricciones con lociones bactericidas que, mantengan la sanidad de la capa. Simultßneamente debe prevenirse la eventual fijaci≤n de alg·n parßsito externo: pulgas, garrapatas, etc... La utilizaci≤n de collares insecticidas ha de escogerse con cuidado y observar si el producto que impregna el collar, no produce dermatosis, ni alopecias, afecta las mucosas del Galgo.
Si en todos los perros la desparasitaci≤n peri≤dica, es importante, en los lebreles de competici≤n, puede resultar fundamental. Tras el destete, los cachorros deben desparasitarse con un jarabe vermφfugo un par de veces y, posteriormente, cada tres o cuatro meses se les debe administrar por vφa oral, las dosis justas de vermicidas y vermφfugos polivalentes. Estos medicamentos preventivos, no excluyen el anßlisis peri≤dico de las heces que, al menos una vez al a±o debe ser enviada para su anßlisis por los servicios veterinarios competentes.
TambiΘn deben vigilarse diariamente las orejas y conductos auditivos, la zona perianal, ingles y sobacos, procediendo a la limpieza de oφdos con los bastoncillos especiales, impregnados en aceite de almendras, una vez al mes. En los Galgos, la inspecci≤n de las almohadillas plantares, membranas interdigitales, u±as y dedos reviste particular importancia y puede aconsejar ba±os de pies con agua de sal e incluso, aplicaciones de vaselina boricada.
Las afecciones reumßticas y musculares, acechan a los Galgos de competici≤n debido a un descuido o falta de atenci≤n tras una carrera accidentada. De Θstas, normalmente benignas y pasajeras, puede pasarse a la pulmonφa e incluso, a determinadas enfermedades lumbares que pueden jubilar a un perro de competici≤n.
Ademßs de todas las enfermedades que son comunes a las otras razas de perros, los Galgos por su modo de vida y cohabitaci≤n con otros congΘneres pueden ser afectados por la llamada tos de las perreras que, constituye una afecci≤n respiratoria a tratar inmediatamente por el facultativo correspondiente. Las afecciones de piel debidas a heridas por roces con ramas y raφces, ademßs de las imputables a mordiscos son relativamente frecuentes en los lebreles. Deben limpiarse con agua jabonosa o agua oxigenada y desinfectadas con mercromina (soluci≤n de mercurocromo), o tintura de iodo. En el caso de mordiscos o he ridas profundas debe aplicarse una pomada cicatrizante.
En la preparaci≤n de los reproductores, no se requieren mßs que las precauciones debidas para cualquier otra raza; estricta y meticulosa inspecci≤n veterinaria, desparasitaci≤n interna y externa, separaci≤n de la competici≤n un mes antes del apareamiento. Unicamente se recomienda para ejemplares particularmente mordedores y galgas primerizas, la colocaci≤n de bozales para evitar heridas superfluas que podrφan inflingirse durante el preludio amoroso.
LOS GALGOS Y EL HOMBRE
Habiendo descrito exhaustivamente los pormenores de Greyhounds y Galgos espa±oles, utilizados en can≤dromos y competiciones por parejas en campo, asφ como algunas interioridades y curiosidades de este particular mundillo, serφa injusto relegar la utilizaci≤n de los lebreles en partidas de caza deportiva por aficionados sacrificados, autΘnticos entusiastas de estas razas y del trabajo que desarrollan.
Los Sloughi ßrabes componen otra de las razas que, conviven con los caballos pura sangre y son cuidados con mimo y celo por los magnates musulmanes. Estos perros se utili zan en su patria de origen, para la caza de peque±os animales y, sobre todo, de gacelas. Debe ser un espectßculo bellφsimo poder observar la persecuci≤n de la gacela por la co llera de Sloughis y los lances de la carrera, quiebros, cambios de ritmo, etc...
El Saluki es otro Galgo cazador de peque±os antφlopes que, hoy estß consagrado fuera de su paφs de origen como animal de lujo o de compa±φa, aunque algunos aficionados estadounidenses tratan de establecer colleras de todas las razas de galgos existentes, para utilizarlos en trabajos de caza, de forma totalmente deportiva y exenta del mundillo de las carreras y de las apuestas. El Galgo h·ngaro, Magyar agar, se utiliza en Europa Oriental como cazador de liebres en campo y es muy apreciado entre los amantes de estas especialidades deportivas.
Los condicionamientos de la vida moderna, la regresi≤n ecol≤gica de los espacios naturales y el encarecimiento de la mano de obra, estßn yugulando la expansi≤n e incluso el mantenimiento de las competiciones de lebreles. Cada dφa son mßs las perreras que cierran sus instalaciones y solamente van defendiΘndose contra viento y marea algunos can≤dromos y los criadores y preparado res que para ellos trabajan.
Los Galgos deportivos son hoy en dφa, un lujo que muy pocos apasionados pueden permitirse. La revoluci≤n industrial, el abandono del campo y del medio rural, por una gran parte de la poblaci≤n mundial han sido los detonantes que han originado la recesi≤n del Galgo como perro de trabajo, se±or de los espacios abiertos, de la caza en la naturaleza y le van encasillando en animal de lujo o de compa±φa que, comparece en las exposiciones caninas de belleza, olvidando las competiciones en campo, en las que hierve su sangre tras la liebre veloz y esquiva, ofreciendo un espectßculo de reyes a los amantes del deporte canino.
Pero existe una faceta de los Galgos como cazadores de piezas mayores poco conocida y explotada; ciervos, corzos y gamos, pueden ser se±ue los de grupos o parejas que acosan, alcanzan y donaban la presa. Este tipo de cacerφa estuvo de moda en Inglaterra, durante los siglos XVIII y XIX, requiriendo gran n·mero de batidores, zonas relativamente suaves en cuanto a orografφa y relevo de los perros participantes. Hoy dφa, para este tipo de caza, el concurso de las armas de fuego, mßs sofisticadas ha impuesto la utilizaci≤n de los perros de rastro, perros sabuesos y mestizos que, acosan y baten la pieza, expulsßndola de sus encames y mateniΘndola acorralada hasta la llegada del cazador.
Los otros lebreles, Irish Wolfhoun Deerhound, Borzoi y Afgano, anta±o cazadores de grandes piezas, incluso de peligrosas como lobos jabalφes han abandonado las tareas en las que ganaron justificada fama de bravura y tes≤n para constituir hoy dφa razas de perros de compa±φa, guarderφa y defensa, lo que demuestra la versatilidad del mejor amigo del hombre: El perro.
Otra raza que pudiΘramos considerar resto de pasadas grandezas es el Perro de los faraones, que clasificado por la F.C.I. entre los Galgos y Lebreles, es el indiscutible antecesor del popular Podenco, que esta incluido entre los Sabuesos y Perros de Rastro.
De todas formas, exceptuando Afganos y Borzois, las otras razas estßn confinadas en clubs de aficionados cin≤filos y no entran a formar parte de jaurφas de caza ni de collaras de trabajo. Naturalmente la desaparici≤n de la caza y su consideraci≤n en paφses desarrollados como actividad deportiva de lujo ha sido factor mßs importante de la recesi≤n de los lebreles.
La relaci≤n entre espacios abiertos naturaleza, hombre, caballo y lebreles ha pasado a la historia de la humanidad en Literatura, Pintura y Escultura y queda φntimamente ligada al hombre, se±or de la naturaleza y al mismo tiempo, destructor de la misma.
El Galgo amigo, colaborador y compa±ero, es uno de los perros que con mßs justicia puede compartir la tienda de los n≤madas del desierto en consideraci≤n a su rango y valφa. La posesi≤n y disfrute de los lebreles, exceptuando las razas enanas: Italiano y Whippet, estß vedada a los habitantes de las grandes ciudades y a todas aquellas personas que no dispongan de grandes extensiones, espacios abiertos y campo Iibre.
El Galgo queda hoy como patrimonio de agricultores, hacendados y hombres de campo que, puedan a·n disfrutar de una bonita carrera tras una liebre, una frφa ma±ana de octubre.
